Cada día te levantas pensando en que va a pasar lo mismo de siempre o al menos piensas que no muchas cosas podrían cambiar hoy. Desayunas, te duchas, te lavas los dientes, te vas al colegio y después actividades y a estudiar. Lo mismo de siempre. No te paras a pensar en nada que te sea más o menos lejano, en algo que tenga pocas probabilidades de pasar, piensas que va a ser un día más... pero de repente ¡ZAS! tu vida cambia rotundamente y te das cuenta de muchas cosas...
Os estaréis preguntando el por qué estoy diciendo esto, así que os lo explicaré.
Yo era una adolescente normal; discutía con mis padres, me encantaba ir de fiesta, salir con mis amigos, ir al pueblo, pasar los domingos en familia y no parar en casa nunca. También me encantaba hacer deporte y deseaba durante toda la semana que llegase el fin de semana para hacer todo eso que me encantaba.
Yo nunca pensaba en que ese fin de semana no pudiese salir o en que la semana siguiente no podría ir con unas ojeras de aquí a Roma a clase y ver a mis compañeros, a mis amigos, bueno, al fin y al cabo ellos también eran mi familia; pero a pesar de ello quizás yo no lo valoraba tanto como ahora, total, era algo que hacía y podría hacer todos los días...
Ahora las cosas han cambiado. Desde hace muy poquito tiempo me descubrieron una enfermedad y como pasó todo tan rápido fue como si se me derrumbase el mundo, toda mi vida ya no iba a ser la que era. Estaba perdida, me decía.
Al llegar al hospital para ingresar en él vi a niños que les pasaba o mismo que yo, pero como nunca me lo había planteado me entró el pánico, que parecía apoderarse de mí por segundos.. yo solo me preguntaba ¿ por qué yo? y la pregunta no debía de ser esa... esos niños en los que piensas una vez cuando te dan la charla o que ves por las noticias en días significativos iban a vivir contigo, y quizá tu misma experiencia.... y tú que antes lo veían tan lejano....
Al principio no sabía como reaccionar, yo era consciente de que eran niños normales con mala suerte ( o buena, depende de como se mire) pero yo no lo sentía así, no sé era todo muy raro, muy chocante... nunca me lo podría haber imaginado.
Poco apoco, día tras día aceptas la situación y les empiezas a conocer, y es ahí cuando verificas que eso no entiende ni de edades, ni de razas ni de situaciones, que no entiende de nada; es ahí cuando de verdad entiendes que ellos también eran niños normales como tú y que al fin y al cabo no estaban tan lejos.
Yo con esto estoy aprendiendo a valorar cada día más las cosas, a las personas y a las oportunidades que te da la vida. Nunca puedes tirar la toalla. No te puedes rendir. Eres una persona, y las personas sienten, sí, pero también se superan a sí mismas.
La gente cuando te ve en esa situación solo piensa en lo mal que lo debes estar pasando tú y tu familia, en que has tenido mala suerte y bueno, esas cosas.... Yo antes era una de ellas, pero ahora no, con esto la vida me pone una prueba para demostrar lo que valgo y me da una oportunidad de valorar todo con mucho más detalle, de disfrutar de los pequeños detalles de una forma mucho más bestial, de ser más feliz valorando todo y absolutamente todo de lo del día a día, sacando lo mejor de mí, el lado positivo de las cosas, y sobre todo me ha ayudado a encontrar ese espíritu del que tantos hablan. EL ESPÍRITU DE SUPERACIÓN.
Quiero acabar diciendo que todo esto que me está pasando, todo el positivismo que tengo encima, a pesar de los malos momentos, no se debe solo a mi persona; si no que un 99.99999% se debe a toda la gente de ahí fuera, a mis amigos, a mi familia, a mi colegio, a mis más que compañeros de hospital pero también de experiencia, a los doctores y enfermeras.. esa gente que es capaz de sacarte una sonrisa en estos momentos y que no pide nada a cambio, por ello cuando digan que solo hay gente mala en el mundo gritad ¡NO! porque gracias a esa gente yo estoy saliendo adelante, y por ello no puedo parar de repetir una palabra:"GRACIAS" mi pequeña gran familia.